SEGURIDAD E HIGIENE INDUSTRIAL

17/11/11

¿Adiós a la letra de médico?



Dos ingenieros egresados de la Udelar crearon Traumagen, un programa informático gratuito para generar historias clínicas

La informática aplicada a la medicina normalmente choca contra el obstáculo de la incomunicación entre dos mundos: el de los médicos y el de los ingenieros.

Lo usual es que el médico le explique al ingeniero qué es lo que quiere y éste interpreta y diseña un programa que aplica esos deseos y se lo presenta. “¿Esto es lo que querías?”, pregunta, y el médico dice: “No, nada que ver; no entendiste nada”.

Es un diálogo de sordos para el cual cada uno de los profesionales tiene una explicación muy clara. El médico dice que el ingeniero es incapaz de entender cosas elementales y el ingeniero dice que el médico no sabe explicar con una mínima coherencia lo que quiere.

Esta situación deriva en que los programas informáticos para medicina resulten de muy difícil implementación y uso a largo plazo.

Solución

Dos ingenieros uruguayos, Pablo Pazos y Leandro Carrasco elaboraron, como tesis para el grado de Ingeniería en Computación de la Universidad de La República, el programa Traumagen, una herramienta para crear historias clínicas electrónicas de trauma, con acceso a estudios imagenológicos digitales.

La caracteristica esencial del trabajo es que está basado en una tendencia relativamente nueva, el openEHR, un estándar abierto que brinda una herramienta a los médicos para que ellos mismos puedan expresar las necesidades sobre el sistema: la historia clínica electrónica tal como la necesitan.

Pazos indica que usando las herramientas que provee openEHR el médico ingresa al sistema sus requerimientos sin la necesidad de ser trasmitidos a un ingeniero. Recién ahí, el ingeniero toma los datos especificados por el médico y crea la manera en que el software va a funcionar.

“Yo no tengo que modificar el software para representar lo que el médico quiere.La herramienta se adapta a lo que el médico necesita”.

El ingeniero explica que las pantallas tienen la estructura, generada con las especificaciones del concepto clínico que dio el médico (signos vitales, evaluaciones clínicas, estudios, etc.). Entonces el médico puede representar lo que quiere sin tener que explicárselo a un ingeniero.

“Eso también le da mantenibilidad a largo plazo, ya que el programa no tiene que ser modificado por el ingeniero informático a cada pequeño cambio que requiera el médico”, agrega Pazos. “De otra manera, el proceso de mantenimiento llega a ser tan difícil y engorroso, que los médicos empiezan a usar herramientas atrasadas con respecto a lo que necesitan, hasta que finalmente dejar de usar el programa por completo y vuelven al papel”.

Los avances de la medicina hacen que las variables que están previstas en el programa deban cambiar. Con este tipo de herramienta, cuando eso suceda, el programa se adapta a esos cambios sin necesidad de ser modificado, conservando los datos ya registrados, por lo cual “sigue siendo una herramienta actualizada para satisfacer las necesidades del médico”.

El médico puede redefinir la estructura de los conceptos clínicos, de acuerdo a los cambios en la medicina y la herramienta es la misma.

En Uruguay

Pazos estudia y aplica el estándar openEHR desde hace cinco años y ahora trabaja en un proyecto de historias clínicas más general (Open EHR-Gen), que ya ha generado interés en un centro de atención de Miami y también por parte de una empresa de software para salud holandesa.

En Uruguay hay distintos proyectos de centros de asistencia que manejan historias clínicas digitalizadas, por parte de FEMI, en proyectos pilotos en todo el país, y también el proyecto Siembra, por parte de ASSE.

Pazos explica que se puede implementar un software de este tipo en un área específica de un hospital en un plazo de seis meses, pero se necesita una serie de condicionantes.

El software es gratuito, pero se debe tener en cuenta, sobre todo pensando en la realidad uruguaya, que los médicos y enfermeras que deban aprender a usar las herramientas, deben sacarle horas a sus tareas habituales, y eso es parte del costo.

En el caso de Traumagen, el programa se desarrolló en el Hospital Maciel y estaba listo para ser implementado, según Pazos, pero quedó parado por una directiva de ASSE, que determinó que ningún centro hospitalario del Estado podía desarrollar algo que no estuviera centralizado.
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