SEGURIDAD E HIGIENE INDUSTRIAL

8/2/11

Una de cada cuatro personas es adicta a Internet, el trabajo o las compras.

Aunque solo el juego sin control o ludopatía se considera enfermedad mental, los médicos de atención primaria alertan del incremento de pacientes con algún tipo de trastorno en la conducta asociado a otras adicciones sin sustancia, como son Internet, el teléfono móvil, el trabajo o las compras. La Organización Mundial de la Salud cifra en un 25% la población afectada por alguna de ellas, uno de cada cuatro españoles.

Internet lidera la lista de adicciones que más han crecido en los últimos años, afectando a un 15% de la población (sobre todo a menores de 25 años), donde las redes sociales, como Facebook o Twitter, han sustituido a los chats. Además, la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) estima que "cada 10 años podría incrementarse un 5% el número de casos". Le sigue la adicción al teléfono móvil (10%), al trabajo (10%), las compras (5%) o al juego (3%).

Javier García Campayo, psiquiatra del hospital Miguel Servet de Zaragoza, durante la presentación de un curso de formación a médicos de cabecera organizado por la sociedad, considera adicción a Internet "cuando alguien pasa más de tres horas al día navegando por la Red, y no es por trabajo", mientras que la adicción al trabajo se puede identificar "cuando se le dedican más de 50 horas semanales". Un tiempo que suele quitarse de otras actividades, lo que termina por arruinar la vida social del adicto.

Un diagnóstico complejo

Según esta sociedad de médicos, el perfil clínico del paciente es similar al que presenta un toxicómano. "En lugar de alcohol u otras drogas, estos pacientes hacen un uso excesivo del móvil, por ejemplo", ha dicho José Ángel Arbesú, coordinador mental de Semergen. "Suelen ser personas impulsivas, introvertidas y con baja autoestima", sintetiza el doctor.

El problema para diagnosticar estas adicciones radica en la dificultad para establecer un límite entre lo que se considera normal y aquello que se convierte en patológico. Lo que inicialmente es placentero, además de estar más aceptado socialmente, se convierte más adelante en necesidad. El afectado, que no se identifica como tal, dedica todo el tiempo y esfuerzo económico a satisfacer su adicción para calmar el síndrome de abstinencia. "He llegado a tener pacientes que si no les suena el móvil cada 15 minutos se consideran unos fracasados socialmente", dice el psiquiatra.

Fuente de Datos: elpais

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